sábado, 11 de mayo de 2013

PREMONICIÓN

A pesar que su conciencia intervenía constantemente ante sus actos, era un tipo templado, su mirada fría se imponía ante la calidez de un mundo que parecía adorarle, un velo oscuro protegía su cara de las miradas curiosas, y la presencia de algo más que una expresión, denotaba en el ambiente algo enigmático que para muchos no era más que el ápice de la locura.

El sonido de las multitudes exaltaban su grandeza, como el agua implorando piedad al precipitarse desde una cima, enfrentando su inevitable destino, y volviendo a renacer desde partículas diminutas, hasta ser parte del cauce de un nuevo rio, a lo alto, una tenue figura permitía notar su imponente presencia, un último latido craso, una leve sonrisa reflejando agonía, y todo al fin habría terminado, con picardía, su propia sombra lo abandonaba con la llegada de la luz, mientras que su conciencia resignada ya, se sumía lentamente en la oscuridad de su mente, ya sin si quiera preguntarse, ¿Por qué?.

Ahora, las sombras se esparcían ante las multitudes, mientras que él se precipitaba como una estrella caída de los brazos de las diosas…

Nuevamente abrió los ojos, y observó que todo al fin habría acabado, sus pies se encontraban agotados y aún quedaba un gran camino para llegar a su hogar, ahora las personas a su alrededor parecían ni advertir su presencia, cada una distanciada fuertemente de la otra, caminaban con prisa, como si tuvieran algo que hacer, de repente, un hombre que corría con un niño en brazos lo sorprendió, en este punto él se dio cuenta, que ahora todo al fin había vuelto a ser normal, ahora ya no existía miedo.

Levantó su maleta de un tono café oscuro, y emprendió su camino, dudando fuertemente a donde ir, entonces fue a un café cercano, allí aprovechando la tranquilidad y el silencio del lugar, rompió las cintas de su maleta, y notó, como había previsto ya, que las hojas blancas allí colocadas se tornaron ahora de otro color, nuevamente su sueño había sido plasmado en el papel, esta vez sin duda de no haber sido él ya que se encontraba entre muchas personas mientras “soñaba”, y el folio no había sido abierto hasta ese momento, ahora, ¿Qué hacer?.

Con cierta euforia emprendió el camino hasta su hogar, cuando estuvo allí tomo hoja por hoja y las clasificó como había hecho antes, ahora con la sorpresa que cada hoja poseía menos números, pero cada vez, más palabras, emocionado, veía que el mensaje estaba cerca de ser descifrado.

Las últimas palabras que leyó ese día fueron “la base”, enigmáticamente situada en la última hoja de su folio, ese día descansó con una sonrisa en su rostro.

Al día siguiente, llego a trabajar como parte de un selecto grupo de la world trade center, esperando como siempre, a recibir nuevamente el indicio para concluir con su larga espera, de repente, un estruendo ha de terminar sus expectativas, el fuego ascendía desde la parte de impacto de la casi derribada torre, hasta el piso superior en donde se encontraba, en ese punto, una nube oscura se abalanzaba sobre los cielos, la luz los abandonaba, las gemelas lloraban…en huida de sus destinos, las personas corrían, se asomaban por las ventanas, y las muchedumbres gritaban desde abajo casi implorando piedad.

Corría desesperadamente, sintiendo de forma precisa algo familiar, miedo, las personas buscaban salidas imposibles, mientras veían morir a sus camaradas, el día se tornaba velozmente en noche, y lo que en algún tiempo fue la bóveda celeste de la creación humana, rápidamente se tornaba como el mismo infierno, en este punto, él logró comprender.

Los llantos y estruendos se apaciguaron, el continuaba su interminable acenso, intentando encontrar un lugar que no existe, luego, su ascenso termino, el mensaje ahora, era explícito.

Posicionado en su símil plataforma, casi por un sondeo, observando a las personas aclamando su grandeza, la espesa cortina de humo le recortaba el panorama, y la luz de sus ojos se perdía, junto a su lucidez, en este punto, la humanidad se reduce a un solo respiro, y la existencia es solo algo efímero, ya no existía miedo, porque ya no había a que temer, abajo, un grupo de personas, algunas lo señalaban y otras apartaban las miradas, sin tener ya mucho que hacer.

El fuego junto a él consumía su sombra, que con picardía lo abandonaba, una leve sonrisa irónica y agonizante surcaba su rostro, ahora las luces se apoderaban de él, pero se sentía feliz a pesar de su dolor, porque ese día, 11 de septiembre del 2001, logro comprender cuál era el mensaje que por tantos años tenía en sueños, y que ahora, como el, se hacía polvo en el viento, y surcaba los cielos de su imaginación como una estrella caída, que encontrará su muerte, al entrar contacto con la tierra.

Tras él, una nube oscura se abalanzaba en los cielos de la ciudad.